Guardianes del Conocimiento

 

Fragmento de mensaje en Foros Rojo Intenso


Una de las más importantes que aprendimos es que el conocimiento se sabe guardar muy bien por sí solo, cuando guardarse significa alejarse de las manos inapropiadas.

Cuando decimos que el conocimiento no se puede comprar, no nos referimos a una prohibición, sino a una realidad. Los símbolos del conocimiento se transmiten, apropiándome de una metáfora de Rilke, como un sobre cerrado, de unas manos a otras, pero sólo las personas que lo han ganado tienen el derecho/deber de abrirlo. En todo caso, sólo esas personas, si hacen la elección adecuada, pueden devenir guardianes del conocimiento; no por ocultarlo a otros, sino al decidir mantenerlo vivo en ellos, pasando a convertirse en referencia, al hacer de la posibilidad una realidad manifiesta.

A día de hoy, la literatura acerca del tema es mucho más extensa de lo que lo era hace menos de diez años, y, sin embargo, en este tiempo prácticamente todo lo que ha salido a la venta han sido refritos que no aportan un ápice más de profundidad. Y, sin necesidad de parar a gastar unas monedas en libros, ahí está la extensa red, en la que el mismo tipo de contenido es público. Aún hablo con chicos/as que saben perfectamente cómo trazar un círculo para protección o como templo, pero esperan a que sus papás no estén porque no se atreven a pedirles permiso para tal cosa...

La información básica, por ejemplo, en relación al círculo o al pentagrama, ya está por ahí. No tiene demasiado sentido tratar de ponerla fuera del alcance de los mercaderes, porque hace ya bastante que negocian con ella. De hecho, y no sólo en mi “EC”, se crean generaciones de mercaderes, en las que los antiguos venden a los nuevos, que a su vez se entrenan a conciencia para vender a los que vendrán después. Intenta decirles que hay otro modo de hacer las cosas, y muchos ni siquiera te creerán. Les encantan los sobres en sí, el contenido ni lo consideran; igual que existen los coleccionistas de sellos a los que el correo ordinario les importa bien poco.

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Los símbolos son puertas, y entiendo que a veces sintamos cariño por esas puertas en sí mismas por lo que nos sugieren; pero lo importante es lo que hay detrás. Y si no las cruzas, simplemente no hay nada.

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Vaelia Bjalfi, Diciembre 2005