Hace unas semanas volvió a salir el tema recurrente; ¿Cuándo usar la Magia?
La respuesta rápida es: analiza lo que pretendes alcanzar con ella.
De esto se pueden deducir tres opciones posibles:
a) Es un capricho. Mal vamos. El coste por el uso de la Magia es demasiado elevado para gastar nuestros recursos en cosas así.
b) Es algo que queremos.
b.1 - ¿Lo seguiremos queriendo dentro de un tiempo? Si no es así, pertenece a la categoría de "capricho".
b.2- ¿Nos
conviene?, ¿Aportará algo de valor a nuestra vida? Porque
es posible que la consecución del objetivo no haga más
que atraer nuevos problemas, carencias y otros "daños
colaterales" a nuestras existencias.
b.3- ¿Es
realmente lo que queremos? Porque, en no pocas ocasiones, estamos
dispersos y confundimos la forma con el contenido. Si el problema es
inseguridad, podemos ponernos como objetivo algo que creemos que nos la
aportará, por ejemplo, un aumento de ingresos o una casa... pero
el objetivo último es la seguridad, la forma en la que llegue a
nuestra vida es secundaria. Por esto es importante definir bien los
objetivos - dentro y fuera de la magia - ; nos ahorra muchos rodeos y
unos cuantos disgustos. Y si no tenemos claro este punto... vale la
pena pararse a reflexionar un rato sobre ello.
c) Es una necesidad. Esto
es, es realmente importante para nosotros, nos aporta algo de valor, es
coherente con nuestro propósito de vida, es algo que nos ayuda a
crecer, avanzar, o nos servirá para construir. Estamos
dispuestos a luchar honradamente por ello, con magia o sin ella, y a
ser consecuentes con la eleccion que tomamos al atraerlo a nuestra vida.
Todo tiene un precio, cada elección a lo largo de nuestra
existencia; pero este coste no es económico. Es un coste en
consecuencias, en esfuerzo, en tiempo, en recursos personales; en las
puertas que se cierran para que otras puedan ser abiertas. Nuestros
recursos para éste pago son limitados; por eso es necesario
invertirlos de un modo consciente, buscando el camino más
directo y despejado, la acción más eficiente.
Son muchos, muchísimos los deseos que pueden acudir a nuestra
mente, en uno u otro momento, no podemos seguirlos todos, porque no
lograremos con ello otra cosa que consumirnos en una perpetua
insatisfacción, acumulando - tal vez - cosas que no sirven para
nada, a cambio de perder la oportunidad de seguir aquellas que
sí nos hubieran servido.
Son muchas las circunstancias que enturbian en un momento u otro
nuestro pensamiento, haciéndonos confundir la forma con el
fondo, la apriencia con la necesidad, lo que creemos que queremos y lo
que en realidad necesitamos, la "sensación de urgencia" con la
importancia.
La desesperación no es buena consejera; lo primero que pasa no
es siempre la mejor opción, ni la más rápida, ni
la más eficiente. Cuando estamos desesperados es más
fácil ser engañados, ¡incluso - sobretodo- por
nosotros mismos!.
Es mejor conservar la calma, poner distancia entre nosotros y aquello
que deseamos o nos aqueja, discernir sobre su verdadera naturaleza y
las acciones que podemos tomar al respecto. No suelen ser situaciones
de vida o muerte y, por lo tanto, no pasa nada si nos tomamos ese
tiempo.
Así las cosas, pocos de nuestros deseos llegarán al punto
en el que valga la pena emplear la Magia por ellos. Bien porque no son
suficientemente importantes ( y, en realidad, no vale la pena ni la
Magia, ni muchos otros de nuestros recursos), bien porque hay otras
vías más rápidas de alcanzarlos prescindiendo de
ésta.
Y, sin embargo, cuanto más definido esté el objetivo,
más claro tengamos su naturaleza, más importante sea en
nuestras vidas, y más convencidos estemos de la necesidad de
él... más improbable será que acabemos realizando
algun trabajo mágico para su consecución. De repente,
toca a nuestra puerta y entra gentilmente, nos sorprendemos... "yo no
he hecho nada! Esto es suerte!"
De eso nada; lo que pasa es que el "trabajo mágico" ya
está hecho, y ni nos hemos enterado de que lo estábamos
haciendo.
...
Tal vez sería necesario redefinir, como postdata, la idea que se tiene de lo que la Magia es.
Para algunas personas, todo es Magia, porque asocian la idea a cierta
dimensión que perciben y por la que se mueven de la Vida,
incluso de un modo no completamente consciente; mientras que otras
personas no lo hacen. Entonces sí, todo lo que hagan con sus
vidas podrá llamarse "Magia" en ese sentido.
Pero desgraciadamente para la mayoría de personas que emplean el
término "magia", éste significa poco más que una
manera fácil de conseguir las cosas a cambio de nada (o a cambio
de un precio económico). La Magia no es esto, y aquellos que
emplean fórmulas, rituales, amuletos, etc. para solucionar cosas
de la vida ordinaria - como conseguir un trabajo o encontrar una casa -
, sólo están haciendo dos cosas;
1- pierden el tiempo y no obtienen resultados,
2- obtienen resultados porque esos materiales y procedimientos les dan
la confianza necesaria para que su cabeza haga un trabajo que
podría hacer perfectamente prescindiendo de ellos, sólo
que no se atreve.
No es que la Magia a nivel ritual-amuleto-fórmula no sirva, es
que usarla para solventar ciertas cosas es poco práctico... esta
Magia sirve a otro niveles, en situaciones en las que tiene sentido el
precio que pagamos por usarla.
Mientras llega el momento, lo sí que hacemos es conocer
cómo funciona, cuales son sus mecanismos, que margen de
acción nos permite, cuál es su alcance... y porqué
es absurdo y contraproducente empeñarse en aplicarla cuando hay
otras opciones mejores.
Vaelia Bjalfi, Abril 2008