Pathworking II : Cómo empezar.


Entre las ventajas del Pathworking se incluye el poder prescindir de  ( y al tiempo poder combinar con) apoyos físicos tales como herramientas, vestiduras, o ambientación "especial". Sólo es necesario asegurarse de que no va a haber interrupciones mientras se realice el trabajo y saber relajarse.  

Al contrario de lo que parecen indicar los libros para principiantes, resulta mucho más fácil realizar visualizaciones complejas, que tratar de retener en la mente la visión de una figura geométrica simple. Se trata de recordar. Practicar en primer lugar el recuerdo ( la reproducción mental) de ese  camino que hacemos cuatro veces al día, o un momento – a poder ser bueno – de esos que  “parece que fue ayer”. Puede que aparezcan variaciones sutiles, puede que las imágenes no sean del todo nítidas, pero uno puede entretenerse y concentrarse en ello sin que  la preocupación de no estar haciéndolo bien le atosigue.

En segundo lugar, es necesario aprender a prestar atención a la información que los sentidos  nos brindan a diario, atendiendo a todo aquello que usualmente pasa desapercibido; cómo huelen las cosas, como cae la luz  y la sombra sobre ellas, qué movimiento tienen, cuál es su tacto, su volumen, etc. La información que se consigue almacenar es el  material con el que uno construye un universo particular, y las primeras coordenadas para moverse cómodamente por él.
Asimismo, el recuerdo de los sueños, nos da información sobre percepciones a las que no accedemos normalmente en la vigilia, como vuelos y caídas, otras velocidades y potencia de movimientos, etc.

Para poner en práctica la capacidad de revivir estas percepciones puede ser útil recurrir a la  lectura sugestiva. Independientemente de la historia narrada, existen lecturas que evocan en la mente el  material recogido por nuestros sentidos.

Una vez realizadas las pruebas pertinentes, pasamos a estructurar el viaje. Dependiendo de lo que uno vaya a hacer estará más o menos tiempo, en la mayoría  de ocasiones serán salidas breves, y por lo general no excederán los 30 minutos. Al principio puede costar más entrar de lleno y no estar abriendo los ojos a cada rato. Cuando se consigue estar realmente implicado en la tarea pueden producirse desfases temporales.

Lo primero es relajarse, encontrar la postura adecuada, y cerrar los ojos; algunas personas se cubren los ojos con una cinta, tratar de cubrirlos con el brazo suele resultar incómodo. Con práctica, uno puede salir de viaje en cualquier postura y situación, sin necesidad siquiera de cerrar los ojos, pero al principio lo que cuenta es no dormirse. Por esto, en ocasiones se aconseja empezar sentados en una postura relajada, aunque lo habitual es tenderse. No ocurre nada terrible al quedarse dormido, sencillamente, dejar el ejercicio a medias puede crear un sentimiento de insatisfacción o desconfianza hacia la propia capacidad.

A estos preparativos se pueden añadir otros adicionales, dependiendo de nuestras necesidades y gustos, o del tipo de trabajo que vamos a realizar. Podemos realizar el círculo mágico o cualquier práctica de protección, centrado y conexión  tipo  Enraizamiento, Torre de Luz, etc.  O, simplemente escoger unos gestos, palabras o signos de apertura y cierre de la práctica .

Una vez relajados, el modo de entrar al territorio de la visualización varía igualmente de un practicante a otro. Uno  puede imaginar que sale de su cuerpo y se va por la puerta o el balcón de su casa, y va alejándose de lo cotidiano hacia otro nivel de realidad. Otra persona imaginará que se encuentra directamente delante de un umbral, o que una niebla densa cubre la habitación en la que se encuentra y que, cuando ésta se disipa, la persona ya está en el otro mundo. (A partir de aquí hablaremos simplemente de “el otro mundo” para simplificar la redacción). Al principio podemos ensayar varios modos de acceder, en busca del que nos resulte más cómodo; luego es mejor que elija uno para emplearlo regularmente, para crear una pauta o automatismo. El regreso se efectúa por el mismo camino.


El punto de partida.


La diferencia entre el Pathworking y las visualizaciones inconexas es la capacidad de  dar una estructura al trabajo, alineando y acumulando nuestras experiencias y logrando que éstas se relacionen y refuercen entre sí. Cuando trabajemos con Pathworking debemos llevar un diario, y en ocasiones será también conveniente trazar mapas del territorio que vamos descubriendo.

El resultado de las prácticas de Pathworking debe ser más que la suma de las diferentes visualizaciones realizadas. Es posible que en las primeras prácticas se comentan varios errores, y se sientan tentaciones de empezar de nuevo “desde cero”, pero con la práctica constante se acaba encontrando una línea coherente a seguir, equilibrando o superando ese saldo desfavorable, sin necesidad de hacer marcha atrás. Se trata de un proceso natural, descubrir aquello que importa y dejar que  prevalezca.

Las primeras prácticas de Pathworking se centran en llegar al otro mundo, regresar sin complicaciones y automatizar este proceso. El primer paisaje al que accedemos es un punto intermedio en nuestro viaje, que nos servirá de campo de pruebas respecto a nuestras habilidades de visualización básicas. Más adelante, será también en este punto dónde haremos los ejercicios necesarios con el fin de soltar posibles lastres emocionales o mentales que pudieran distorsionar el trabajo que viene a continuación. Estos ejercicios pueden ser la visualización de una luz intensa que recorre nuestro cuerpo y nos “limpia”, un estanque para un baño purificador, etc...

Una vez hayamos dominado estas habilidades, daremos el siguiente paso: el encuentro del “lugar seguro”.

Vaelia Bjalfi, 2007.