“El juego establece una relación entre el muchacho y el
ordenador. Juntos crean historias. Las historias son verdaderas, en
el sentido en que reflejan la realidad de la vida del muchacho. Eso
es lo único que sé.”
Orson Scott Card, “El Juego de Ender”.
Tipos
de Pathworking.
Todas
las escuelas esotéricas emplean en mayor o menor grado las
visualizaciones. Esto ha dado lugar a que la palabra “Pathworking”
haya acabado definiendo prácticas de tipología variada,
la más común de las cuales parece ser las
visualizaciones grupales pre-fabricadas.
El
Pathworking del que aquí hablaremos, es una serie de técnicas
avanzadas de visualización mágica. Entendemos por
visualización la habilidad de recrear de un modo
intenso en nuestra imaginación nuestras percepciones
sensoriales ( imágenes, sonidos, olores, tacto, volúmenes,
orientación espacial...). Y es también una herramienta
de exploración y trabajo personal progresivo, con la que se
crean o se accede a estructuras y entidades permanentes o
transitorias, personales e impersonales, en el llamado “plano
Astral”.
Aunque
existen maneras mucho más complicadas de explicarlo, en
palabras de Gareth Knight:
“(...) el Mundo Astral ... es el mundo de la imaginación,
y dónde se hace la mayor parte del trabajo mágico tal
cómo se entiende el término generalmente”. Más
adelante: “Hablando estrictamente hay dos tipos de
autoproyección – astral y etérica. La segunda, en la
que uno viaja en el etérico y ve el plano físico o su
contraparte etérica, y la primera cuando uno se proyecta en su
cuerpo imaginativo y se percata del plano astral objetivo”.
Algunas
personas consideran que la proyección etérica es “más
válida”o “más real” que la astral... En
cualquier caso, la proyección debería ser considerada
un medio, no un fin en sí mismo.
Funcionamiento del Patworking.
Es frecuente menospreciar la imaginación, asociándola con
la “falta de veracidad”. Cuando empezamos a trabajar con
Pathworking, nos damos cuenta que estamos accediendo a otro nivel de
realidad, no regido por las habituales características del plano
físico, formado a su vez por distintos ámbitos de
fronteras permeables.
Así, uno puede empezar a trabajar aspectos conocidos de su
personalidad, y de ahí pasar a descubrir aspectos ocultos de
sí mismo; pero puede igualmente acabar topándose
voluntaria o involuntariamente con algo que no es ya, (solamente) una
parte de sí; adentrándose en un terreno común con
otras personas, o accediendo a la información de una suerte de
territorio colectivo.
Dentro del trabajo personal, partimos de la idea que la persona
está determinada por los modelos / arquetipos que ha adquirido
durante su formación. De este modo, cuando sigue un
comportamiento o una pauta, lo que hace en realidad es tratar de
reproducir la idea, anclada en el subconsciente, de cómo
sería el comportamiento del modelo de referencia en esa
situación.
Al hallarse estos modelos fuera de la conciencia, no es posible
trabajar directamente con ellos; la visualización actúa
como elemento mediador. En ella interactuamos con nuestros propios
modelos, introducidos por nuestra educación o
socialización, o bien con otros que podemos haber desarrollado
posteriormente. Los elementos introducidos conscientemente en una
visualización se emplean para actuar sobre los modelos,
introduciendo cambios. En consecuencia, cuando nuestro subconsciente
vuelve a "invocar" un modelo determinado para asimilar su
comportamiento o alguna de sus características, nuestros
comportamientos se ven asimismo variados.
Los elementos implicados en este proceso reciben diversos nombres en
función de la escuela de conocimiento a la que uno esté
asociado, pero son comúnmente conocidos como “los tres
yoes”; Yo Intermedio (consciente), Yo Inferior
(subconsciente), y Yo Superior (o "divino"; sin paralelismos con la
terminología psicológica).
En el trabajo mágico, el Yo intermedio (consciente) escoge un
propósito determinado y lo comunica al Yo Inferior para
que procese esta información, la cargue y la canalice hacia el
Yo Superior, éste, a su vez, tomaría la carga para
manifestar el resultado deseado en el mundo del Yo Intermedio. El
“Yo Inferior” se encarga de la emoción, la
memoria y la sensación, la intuición y los instintos y,
por si fuera poco, es un poderoso generador de energía
psíquica, y el intermediario entre la conciencia y cualquier
cosa que pueda quedar por encima de ella. Cuando empleamos la
visualización intensa, nuestra conciencia se adentra en el mundo
propio del “Yo Inferior”.
Pero, por supuesto, estas líneas no son más que
frágiles tentativas de explicar cómo puede ser que la
imaginación aplicada funcione; se podrían probar otras -
o dejarlo correr -, porque lo único que cuenta al final es la
experiencia personal.
Algunos
inconvenientes.
Sin
embargo, también existen algunos inconvenientes. El primero de
ellos es la incertidumbre, el no saber si la información
recabada es algo "veraz" o sólo "imaginación".
En este caso siempre es mejor emplear el sentido común
(a menudo, el sentido común presta un mejor servicio que la
racionalización) y ser prácticos.
La
información que recibimos en estas exploraciones no siempre es
válida; en no pocas ocasiones, sobre todo al empezar, nuestra
conciencia boicotea la labor, interfiriendo nuestra percepción
con sus dudas, sus temores o sus deseos. En un mundo en el que todo
puede tomar la forma, actuar y pronunciar las palabras que uno desee,
no es precisamente más fácil ser honesto con uno mismo;
pero sí necesario. Puede requerir cierta paciencia aprender a
identificar lo que es información, y lo que no es más
que verborrea de una conciencia impertinente. Otro de los efectos
negativos que el trabajo con Pathwoking puede tener es potenciar
tendencias evasivas, o bien alimentar fantasmas y obsesiones
personales.
A
medida que avanzamos en el trabajo, podemos entrar en contacto con
los inconvenientes derivados de no estar precisamente solos en el
vasto universo. Una vez hemos cruzado las fronteras de lo
estrictamente personal, podemos conocer los peligros que acechan en
un nivel de existencia que tiene sus guerras y sus trampas, sus
predadores y sus presas... pero subrayamos, como cualquier otro. Lo
único que se puede añadir en este punto es que no tiene
por qué pasar nada si avanzamos poco a poco, afianzando cada
paso.
Vaelia Bjalfi, 2007